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Corría el otoño del año 1888. El calendario marcaba precisamente la fecha 4 de diciembre. El Señor Manuel Garcidueñas y su digna esposa doña Emilia Sánchez, en su hogar de la risueña ciudad de Valle de Santiago Guanajuato, eran premiados con hijo un más, el cual recibió el nombre de José. El pequeño José crecía en edad en saber y en Gracia, ante la mirada vigilante de sus padres, quienes eran estrictos en sus deberes con los cinco hijos que procesaron. Solamente José seria quien llegaría algún día a recibir el sacramento del sacerdocio. Desde su más tierna edad su anegada madre supo descubrir en él la vocación sacerdotal. Era ya tiempo que José aprendiera la escritura y los números, por lo que sus padres lo inscribieron en la escuela Nacional del Gobierno en su propia tierra natal, cuando todavía era muy pequeño. A los 12 años quedó huérfano de padre, sin embargo su madre siguió protegiéndolo al colocarlo á un lado del templo de San José, en Morelia, en donde estuvo ubicado el seminario en el año de 1901. Para 1905 entró nuestro biógrafo de seminterno al colegio de San Ignacio, ubicado en donde actualmente se encuentra el Monte de Piedad, en la propia capital del Estado, donde duro años. El día de reyes de 1913, el señor Pbro. José Garcidueñas Sánchez. Cantó su primera Misa. Era así como comenzaba una nueva etapa en la vida fecunda de un hombre, que siguiendo a su divino a su divino maestro, lo dejaría todo. 1913 Comienza la vida pública de apostolado en Tlapujahua. Posteriormente estuvo como becario fijo en San José Buena vista. Diez años más tarde estaba el padre Garcidueñas en Angangueo. Años tormentosos. La nave se mecía en estos días de revolución y persecución de la iglesia. Tres años estuvo prisioneros en la ciudad de México, hasta que nuevamente en 1929, el gobernador eclesiástico, señor Ruiz y Flores, consiguió la paz y libertad a pesar de muchas contrariedades. Vuelve otras ves a Angangueo, ya no como vicario sino como el responsable inmediato de la Parroquia. Magnificas esculturas religiosas sustituyeron las imágenes antiguas, funda el colegio particular, forma a muchos seminaristas y para solaz del pueblo fundo una banda de música. Nuevamente en 1934, prisionero fue conducido a Morelia en donde permaneció tres días encarcelados y un año entero perseguido dentro de la misma ciudad. De ahí fue enviado a Cueramaro en donde permaneció durante dos años. En 1937 paso al cuarto de Villa Morelos, hasta el año de 1941. De este año hasta 1951 ocupo la Parroquia de Zacapu, en donde reconstruyo el templo, reorganizando el colegio particular e influyo espiritualmente dentro del sindicato de Celanse, por medio del padre Escamilla. Y así llegamos a la fecha memorable en que el señor cura don José Garcidueñas empezó a convivir con algunos puruandirenses. Era el jueves 8 de Febrero de 1951. Desde entonces todos conocíamos su obra y vida, hasta el día 29 de mayo de 1978 en que, a las 2:10 de la tarde fallece. Hay consternación y luto por su sensible descenso, de este hombre de lo dio todo por su Parroquia. Su cuerpo fue expuesto y velado en el templo parroquial, a donde prácticamente acudió en pueblo entero, a diferentes horas para ver y estar cerca por última vez del digno párroco, que supo ganarse al simpatía de los puruandirenses.
El señor cura don José Garcidueñas Sánchez falleció a la edad de 90 años. Paso a esta parroquia en 1951. Durante estos años nos dejo obras tales como la hermosa torrecilla de la hermita de la Cuevita, se debe también la remodelación y al decoración del templo parroquial, del templo de los Ángeles y Santuario de Guadalupe. Otra de sus obras durante su estancia aquí fue la erección del edificio que ocupa la casa parroquial o Curato, ubicado en la calle de Francisco Sierra. El señor cura Garcidueñas con su gran carisma fue amigo de los viejos, de los jóvenes y, principalmente, de los niños, supo ganarse la confianza y el cariño de todos los habitantes que comprende la parroquia de Puruandiro. La Misa Exequial se celebro el día 30 alas 4 de la tarde, oficiada por el señor Obispo don Román Acebedo. Al acto fúnebre acudió tal cantidad de feligreses que fue insuficiente el templo parroquial para acompañar el cuerpo del señor cura. Después partió el gran consejo fúnebre donde descansa en paz, donde el pueblo le ha eregrido un monumento y es visitado constantemente para pedirle por alguna necesidad o darle gracias por algún milagro concedido.
Biografia proporcionada por José Antonio Zavala Bucio. |